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Así será la energía solar del futuro


El sol baña la Tierra cada día con enormes cantidades de energía, una energía que no se agotará mientras viva nuestra estrella. Una pequeña parte de esta energía alimenta la vida en nuestro planeta, pero la inmensa mayoría regresa al espacio, desaprovechada. Sin embargo, las personas hemos dado una manera de cosechar los rayos del sol y así generar electricidad, aunque a partir de tan solo una pequeñísima fracción de la energía que a diario nos regala nuestra estrella.

¿Cómo cambiaría la sociedad si supiéramos aprovecharnos mejor del sol? “La energía solar es muy democrática”, explica en entrevista telefónica Emilio Palomares , investigador del Institut Català d’Investigació Química (ICIQ) en Tarragona. Aunque a algunos lugares llega más luz que a otros, en gran parte de la Tierra el sol está al alcance de todas las personas. Si se pudiera utilizar mejor su energía, la economía cambiaría radicalmente: la sociedad ya no dependería de unas fuentes energéticas finitas y concentradas en las manos de unos pocos. También se podría reducir la emisión de gases de efecto invernadero, y por lo tanto mitigar el cambio climático.


Si se pudiera aprovechar mejor la energía del sol, la sociedad ya no dependería de unas fuentes energéticas finitas y concentradas en las manos de unos pocos


El problema, señala Palomares, es que las tecnologías actuales para captar la energía del sol son muy poco eficientes: los paneles solares comerciales típicos, hechos de silicio, sólo son capaces de transformar en electricidad menos de un cuarto de la energía que les llega. El resto se desaprovecha. Y para generar suficiente energía hacen falta enormes cantidades de silicio purificado, que no es precisamente económico, informa Edgardo Saucedo, investigador del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC) en Barcelona. Instalar paneles solares en un tejado puede costar varios miles de euros; a estos precios, los combustibles fósiles siguen siendo más baratos.

Para convertir la energía solar en una fuente competitiva y realmente al alcance de todos, los científicos se las están ingeniando para dar con alternativas al silicio: materiales fotovoltaicos diseñados desde cero para ser altamente eficientes captando los rayos del sol. La mayoría de esfuerzos están centrados en las llamadas tecnologías de película fina, celdas solares que miden desde nanómetros a unos pocos micrómetros (entre un millón y mil veces más finas que un milímetro). La idea es que, al ser tan delgadas, la cantidad de material utilizado sea tan ínfima que su coste sea muy barato.


De estas nuevas tecnologías, las que más esperanzas han despertado son las llamadas perovskitas. “Son un material híbrido, formado por plomo, yodo y una molécula orgánica”, explica Emilio Palomares. Sus propiedades fotovoltaicas se descubrieron en 2012 y, desde entonces, en una carrera frenética de menos de seis años a la que se han sumado cientos de científicos en todo el mundo, prácticamente han logrado igualar al silicio en eficiencia, con un récord del 22%. “Y en menos de cinco años más lo superarán”, afirma Palomares, quien dirige un grupo de investigación con el objetivo de mejorar la eficiencia de las perovskitas.



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